Chefs y Heladeros
Bolas y Manu Jara crean conjuntamente un helado de palmera
Ambos negocios sevillanos están unidos por su defensa del producto artesano y los sabores reales.
Intentamos que la pastelería y la heladería vayan de la mano en la segunda Dulcería
Se ha formado en las bases de la pastelería francesa en la Escuela Cepal y en la Ecole Nationale Superieure de la Patisserie Yssingeaux. Da sus primeros pasos en el mundo laboral en importantes restaurantes franceses como Le Festival en Cannes, L’Amiral en St. Maxime y Jean François Issautier, con 2 Estrellas Michelin y 3 distintivos Toque rouge. Tras el país vecino aterriza en Madrid, para dirigir la partida de postres de los restaurantes Lúculo, con una estrella Michelin en aquel entonces, y Zalacaín, de 3 estrellas Michelin y 5 tenedores.
Pero es en Sevilla donde instala su verdadero centro de operaciones y desarrolla su personalidad pastelera. Primero funda Másquepostres, un taller de postres y tapas dulces de autor para la hostelería; luego abre la Dulcería, una tienda inspirada en el recetario tradicional trianero y andaluz; y finalmente Bocasú, un establecimiento monográfico dedicado al profiterol.
Su interés por la heladería va en aumento cuando abre la segunda pastelería Dulcería en 2016. Aquí aprovecha el obrador de la heladería que antes ocupaba este espacio y decide que Rosa Rodríguez Palomino, propietaria del negocio anterior, continúe al frente del obrador.
Manu Jara siempre se ha caracterizado por tener una profunda vocación pedagógica. No en vano ha sido profesor y formador en las dos Escuelas de Hostelería de Sevilla y ha impartido cursosy seminarios durante varios años.
Ambos negocios sevillanos están unidos por su defensa del producto artesano y los sabores reales.
El helado sigue avanzando en la oferta diaria de las pastelerías sevillanas de Manu Jara. Tras la entrada triunfal de la heladería en la puesta en marcha de la segunda Dulcería, el año pasado, este verano lanza una nueva línea de productos con helado en su otro local, Bocasú.
Una de las maneras más pedagógicas de recorrer los contenidos del último número de Arte Heladero es apreciar cómo poco a poco van ganando visibilidad e importancia los acabados. Es uno de los caminos necesarios hacia la propia identidad, que pasa por la importancia creciente de la presentación del helado.