Hasta solo hace unos años, la uniformidad de la oferta en vitrina era la nota dominante en las heladerías. Reportajes en los que únicamente podíamos hablar de artesanía y tradición y del enésimo éxito comercial de helados clásicos como los chocolates, la vainilla y la fresa, independientemente de la época del año. Sin embargo cada vez es más habitual encontrar propuestas que no están en ningún otro establecimiento y que se convierten en helados de autor. Generalmente representan un porcentaje pequeño de la vitrina, pero dicen mucho del profesional y de su trabajo. Hoy en algunas heladerías también están ganando terreno e incluso llegan a ocupar la mitad de la oferta. Es lo que ocurre en Gocce di Latte con helados de lo más peculiares, que combinan dos y tres sabores. Como veremos en este número de Arte Heladero 208, en cada reportaje es el propio profesional el que destaca la importancia creciente de tener este surtido de helados únicos que llama la atención del público y de los medios de comunicación. Un helado de vainilla que marida dos variedades de la especia (bourbon y Tahití) y que aplica los ultrasonidos para potenciar el sabor, de Jordi Guillem; un helado vegano de pasta de cacao bean to bar 100% de Albert Roca; el Cremino con crema untable de chocolate blanco y tropezones de avellanas tostadas y encapsuladas con chocolate, de Carlo Guerriero, son especialidades que marcan la diferencia y también se convierten en éxitos de ventas. A medida que avanzamos en los contenidos de la revista vamos descubriendo otros buenos ejemplos, como los helados con Historia de Fernando Alberdi; el emblemático café Moka de Fernando Mira; y la Stracciatella Ahumada de Hernán Rodríguez. Creaciones que dan sentido a la artesanía, aportan singularidad y rompen la monotonía del trabajo de obrador. Así es Arte Heladero 208.