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Homenaje al helado italiano

Amorino es una de esas cadenas de heladería diferente y singular. Nacida en París hace poco más de 10 años, sus fundadores son los italianos Cristiano Sereni y Paolo Benassi. Desde el primer momento han realizado una apuesta sincera por el helado al estilo italiano con ingredientes naturales y biológicos de la máxima calidad y con una producción meticulosamente centralizada.
Después de un largo recorrido por Francia, abren mercado en España, con cerca de una veintena de establecimientos en los núcleos urbanos más cosmopolitas y en otros países de Europa (Reino Unido, Italia, Alemania, Bélgica y Austria), Estados Unidos (Nueva York), Magreb (Casablanca), Nueva Caledonia, Islas Reunión y próximamente Arabia Saudí.
No hay mejor manera de comprobar la calidad de los helados Amorino que visitar cualquiera de sus tiendas. Ahora también es posible además apreciar su sensibilidad a través del libro que han editado en francés y que a partir de la primavera que viene estará disponible traducido al español. Las recetas han estado desarrolladas por Stéphane Lagorce, procurando rendir culto a la tradición italiana y a la exigencia de una selección de ingredientes de primera gama.
El libro se titula “Trésors Glacés”, contiene 70 recetas de helados y se convierte en un estupendo trabajo gráfico y artístico en el que han intervenido también la estilista Cécile Coulier y el fotógrafo Thomas Dhellemmes. Editado por Chéne, la obra está disponible en muchas de las tiendas que Amorino tiene en territorio francófono y se convierte en un viaje a través de sabores clásicos y composiciones más modernas, explicadas con todo lujo de detalle.
De hecho la obra tiene la virtud de acercar la elaboración de helados al público no estrictamente heladero, proponiendo por ejemplo interesantes alternativas al estabilizante del helado y procurando simplificar al máximo la fórmula y el proceso de elaboración.
Los sabores más clásicos del acervo italiano son los absolutos protagonistas, desde la mandorla (almendra), la nocciola (avellana) y el pistacchio, hasta las cremas de straciatella, chocolate y amarena. También se realiza un repaso exhaustivo por los sorbetes de fruta e incluso por otras especialidades como las granitas, los frapés o los postres helados emplatados. Recogemos aquí un par de elaboraciones representativas de la obra en la que creemos que se aprecia totalmente el tratamiento artístico al que se somete el helado en un ejercicio de dignificación del producto y de identificación absoluta con el mejor patrimonio gourmet. Un ejemplo a aplaudir, a seguir de cerca y, esperemos, a imitar en un futuro no muy lejano por otros grandes heladeros del sector.
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