Una experiencia emocionante. Arte Heladero 200

La esencia del periodismo es mantener a la sociedad al corriente de sí misma a través de los cambios que se producen en ella. Cambios que no dejan de ser, de diferentes maneras y grados, una ruptura con la normalidad. En este sentido, como periodista el papel de una revista como Arte Heladero me ha dado el privilegio no sólo de enunciar esos cambios como un espectador neutral de la evolución de la heladería, sino también de romper la pasividad de un testigo ajeno a los hechos para involucrarnos en los cambios que se han ido produciendo en torno a un producto en auge en los últimos diez años. La toma de partido en favor de un sector que ha avanzado significativamente en esta nueva etapa ha sido una experiencia emocionante, tanto desde la perspectiva profesional como personal.  
Recordemos la evidencia. Venimos de un sector que no ha contado con una escuela oficial de formación que asegure la transmisión y viabilidad del conocimiento, sin apenas literatura escrita y que hasta hace apenas cuatro días se sostenía sólo sobre la frágil “estructura” de las familias dedicadas a este oficio por herencia. Ésta podría continuar siendo la fotografía de una heladería que ha permanecido estancada en la tradición, si no fuera por la progresión de la formación, las ganas de evolucionar de los heladeros y la impensable eclosión de esta disciplina. La experiencia de este pasado, la constatación de una heladería más abierta que nunca a crecer y superarse y la adaptación de un sector a cada una de las crisis, incluida la pandemia, invitan al optimismo más razonable en este número tan importante para nosotros. Un 200 que celebramos con todos vosotros y que no hubiera sido posible sin la generosa aportación de 27 profesionales que se han sumado a este reto para publicar un número sin precedentes. Larga vida al helado.